La semana pasada tuve un accidente con el coche. El primero de mi vida. Salí de una rotonda desde el carril interior, y me llevé por delante a un coche que iba por el carril exterior y no iba a salir de la rotonda. Estaba en el ángulo muerto, ese en el que no ves nada. Ninguna pusimos intermitente. El momento de la colisión fue desconcertante. No sabía porqué el coche no giraba si yo estaba girando el volante. En una milésima de segundo comprendí que había tenido un accidente. Tanto la otra conductora como yo, estábamos muy nerviosas, pero con buen talante ambas, cada una reconoció su parte, y manejamos la situación lo mejor que pudimos. Todo quedó en un susto.
Para mi sorpresa, de su coche se bajó una niña de 12 años. Al verla se me encogió el corazón. No sabía que iba una niña con ella. Pero la niña salió saltando del coche al grito de “¡Qué diver!”, ofreciéndome ayuda para poner los triángulos, porque ella sabía cómo se hacía. Su padre es Guardia Civil y le había enseñado. Estaba ilesa y feliz como una perdiz.
Ya en casa, me puse a pensar en lo sucedido.
A parte de hacerme consciente de la inconsciencia que nos acompaña en ciertas tareas rutinarias que, creemos controlar tanto que dejamos de prestarles atención, sin reparar en que en algunas de ellas nos jugamos la vida, también pensé en aquella actitud tan positiva de esa niña. Para ella, como realmente no había pasado nada grave, no había pasado nada. Vivía el instante “¿Te ayudo a poner los triángulos?”. No se dejó llevar por el susto. Una vez pasado ya no lo nombró, y se concentró en los pasos a seguir: poner los triángulos, rellenar el parte, y hasta nos corrigió algo que estábamos incando mal en los papeles, pues a nosotros, los adultos, sí nos estaban pasando factura los nervios.
Todo esto, pensando y pensando, me llevó a mi proyecto fotográfico del curso avanzado que estoy haciendo en Mistos, en el cual me encuentro absolutamente bloqueada y sin ideas. (Esas cosas del pensamiento que te lleva de un sitio a otro, así, en un pis-pas). Además, ese vacío creativo que tengo, lo vivo con un poco de drama. A estas alturas debería tener la mitad hecho, y aún no sé qué hacer. Y esa frustración me bloquea cada vez más. Aunque sé que lo sacaré adelante, el tiempo apremia, y me estoy impacientando un poquito.
Recordé la actitud de la niña, y pensé debía de dejar de darle importancia a mi bloqueo, porque así no hacía nada. Y un día me fui a dar un paseo con la cámara. Hice fotos y fotos, por el simple hecho de disparar. En una de esas tomas, aparecerá una idea. O quizá no, pero al menos estaré haciendo algo en lugar de revolcarme en mi bloqueo.
¿Quién decía aquello de “la prisa mata”?. Pues eso. Esto es sólo un pensamiento.
Take it easy and be happy.