No todos los temas que tratamos los originarios de mi país son tan densos como el último que os propuse. Este que viene es más livianito. Y para que no os olvidéis de mí a lo largo de esta semana este blog está dividido en dos partes así que no os despistéis…
¿Cómo ha enfocado el celuloide la cuestión fotográfica? Aparentemente hay muchas películas que coquetean con la visión y figura del fotógrafo pero si realmente buscamos cuales de entre todas ellas lanzan algún planteamiento consistente acerca de la fotografía el círculo se limita. En esta primera parte del blog repasaremos tres películas bastante conocidas. En la segunda parte pasearemos por algunos caminos menos transitados de la foto en el cine.
- «Smoke» o la foto-impresión
Bien sabido es que la fotografía impulsó a los pintores impresionistas a alejarse del intento de captación de la realidad tal cual y acercarse a las impresiones subjetivas que nos transmiten elementos efímeros y momentáneos como la luz o la atmósfera de determinadas horas del día.
El protagonista de Smoke; película estadounidense de 1995 dirigida por Wayne Wang y codirigida por el autor del guión, el aclamado Paul Auster, mira pasar la vida desde la esquinita de su estanco situado en un cruce cualquiera de Brooklyn (Nueva York).
Aparentemente Auggie no hace nada más y nada menos que atender a su clientela entre bocanadas de humo. Sin embargo hace años que un proyecto personal le hace pararse cada día ante su tienda a las 8 de la mañana para capturar una toma. Al igual que los pintores impresionistas Auggie pretende plasmar el universo mutante y efímero de las impresiones, que al igual que el humo que entronca la película pasan completamente desapercibidas y según él seguirán haciéndolo a no ser que aprendamos a mirar despacio.
La foto refleja la misma calle una y otra vez, pero el clima y la luz no son nunca iguales entre una y otra toma. La gente que aparece está condicionada por esas mismas impresiones y a la vez al ser capturada por el visor deja su propia impresa al futuro espectador. Y es que solo al pasar las fotos una a una, al tomarse el tiempo necesario para dejarse impresionar por cada una de ellas y su relación con las precedentes y sucesivas es cuando nos damos cuenta que lo que vemos es “a veces la misma gente, a veces diferente. A veces los diferentes se vuelven los mismos y los mismos desaparecen”.
2.-«Blow Up» o la foto-seducción
Londres. Años 60. Un fotógrafo profesional dedicado a la foto de moda descubre al ampliar unas fotografías tomadas en un bucólico paisaje un cadáver oculto a simple vista. Es mediante las sucesivas ampliaciones de sus capturas que irá descubriendo la realidad de lo sucedido.
Inspirada tanto en la figura del fotógrafo chileno perteneciente a la Agencia Magnum Sergio Larraín como en el redondo y perturbador relato “Las babas del diablo” incluido en el libro “Las Armas secretas” de Julio Cortázar, la película reafirma la función del fotógrafo como reestructurador y compositor de realidades fragmentadas.
Más allá de este planteamiento, el controvertido cineasta Michelangelo Antonioni (al que una servidora espanta y atrae a partes iguales) nos acerca al hambriento mundo de la fotografía de moda y consumo de la imagen erótica. El excéntrico protagonista se apropia de su cámara como arma de seducción y poder frente a la mujer.
La búsqueda incansable de la belleza perseguida a ritmo de enfoque y disparo hasta lograr el clímax ansiado equipara el proceso de captura fotográfica al cortejo y acto sexual.
3.-“Bang Bang Club” o la foto-guerra
Kevin Carter, Greg Marinovich, Ken Oosterbroek y Joao Silva formaban parte del grupo de fotoreporteros sudafricanos “Bang Bang Club”. Sus sucesivos trabajos como documentalistas de las guerras y matanzas propiciadas al pueblo africano durante el Apartheid les llevaron a realizar grandes y premiadas imágenes convertidas en icono de los efectos del hambre y la guerra en el mundo contemporáneo.
La película del mismo nombre, dirigida por Steven Silver en el año 2011 si bien no ha destacado a nivel cinematográfico si que nos ofrece un gran documento sobre las vivencias y dilemas morales a los que estos fotógrafos se enfrentaron. Es la historia de uno de ellos; Kevin Carter, la que conforma el hilo estructural de la película.
Conocido internacionalmente por una imagen tomada en Sudán en la que un famélico niño trata de levantarse del suelo ante la mirada de un buitre ganó el premio Pulitzer de fotografía en recompensa por esta misma imagen en 1993.
Aclamado y vilipendiado por los medios con la misma intensidad dicen que Carter no soportó las consecuencias de haber tomado esa foto. Las durísimas críticas que recibió (muchas de ellas provenientes de desconocedores de la realidad de un fotógrafo en pleno campo de guerra) llegaron a equiparar su figura a la de un “segundo buitre”.
Aunque hay sectores de la prensa que lo ponen en duda parece que la controversia sobre si debía haber recogido al niño tras hacer la foto le dio el golpe emocional final. Si ya llevaba tiempo muy afectado a nivel personal por la crueldad de lo que sucedía a su alrededor (solo las drogas conseguían que se recuperase entre shock y shock y pudiese seguir trabajando) el hecho de ser juzgado mediáticamente a nivel internacional terminó por bloquearlo a profesionalmente. Dos meses después de recibir el Pulitzer Carter decidió que su vida (completamente ligada a su profesión de fotógrafo) había dejado de tener sentido y se suicidó.
Y esto es todo por el momento…pero en menos de una semana volveré a molestaros con otra miradita a las cámaras del celuloide. No os vayáis lejos…y si lo hacéis…¡¡Fotografiadlo!!
Candela Zarútina, desde una tierra impresa por el sol y el mar.