“La fotografía es un viaje sentimental”- Nobuyoshi Araki

Y seguimos explorando los límites entre erotismo y pornografía de la mano de un controvertido y polifacético artista contemporáneo, esta vez proveniente del lado oriental del planeta: Nobuyoshi Araki

Nacido en al barrio de Shita-machi, uno de los distritos más tradicionales de la ciudad de Tokio en 1940, Nobuyoshi se inicia en la fotografía ya de niño obsesionado con reflejar la esencia de su visión sobre Japón y su urbanidad. Apasionado del bullicio caótico de Tokio recorre la ciudad buscando la dualidad entre las calles desbordantes de vida y los callejones aledaños vacíos y solitarios. Nobuyoshi reconoce que dicho contraste le interesó desde sus principios, muy marcados por la influencia del neorrealismo italiano, y continuó marcando la esencia conceptual de su trayectoria. La feminidad en el Japón contemporáneo, la muerte y la vida urbana son los temas alrededor de los cuales se articula la mayor parte de su obra fotográfica, aunque Nobuyoshi es conocido igualmente por ser todo un showman de la cultura japonesa, provocador, irradiante de energía y complaciente con la polémica que desatan sus imágenes.

 

No son pocas las similitudes entre el fotógrafo protagonista de la primera parte de este blog y el señor Araki. Podemos decir que la principal semejanza entre Nobuyoshi y Mapplethorpe reside en que ambos se siente atraído de forma casi obsesiva por la temática masoquista, aunque en el caso del japonés se centra exclusivamente en la exploración de esta práctica en relación con el cuerpo de la mujer. Nobuyoshi investigó exhaustivamente los suburbios japoneses tratando de extraer la mayor información posible sobre las prácticas sexuales desarrolladas en los prostíbulos. La figura de la geisha es fundamental en su obra ya que en torno a ella Nobuyoshi hace reflexionar al espectador sobre la delgada línea que une el placer a la humillación y como erotismo y sadomasoquismo se funden en la cultura oriental utilizando como soporte el cuerpo de la mujer. ¿Son sus fotografías pornográficas? En muchos casos no se puede negar un sí a esta pregunta pero tampoco se puede negar el alto grado de estilismo y feminidad que desprenden. Por otra parte, si hay algo que Nobuyoshi aparta de sus fotografías es el elemento fálico que tan indiscutiblemente es uno de los pilares de la pornografía.

Mujeres desnudas, atadas y sometidas según la técnica oriental del Kinbaku (arte de atar oriental tradicional a base de nudos de cuerda) plagan su obra fotográfica. Para este artista atar a la mujer es sinónimo de abrazar su alma y no supone una connotación humillante hacia la figura femenina si no un reflejo de su adoración hacia la misma. Además, Nobuyoshi se defiende de las continuas acusaciones hacia su obra alegando que la cultura japonesa siempre ha centrado el erotismo en la imagen femenina remitiéndonos a la tradición del “Shunga” o arte erótico grabado en madera típico del siglo XVII. De hecho Araki insiste una y otra vez en que en el conjunto de su obra jamás ha alcanzado el nivel de contenido explícito al que llega el arte del “Shunga”. Personalmente, y sin ánimo de oponerme a  la defensa del artista encuentro que si bien el “Shunga” tiene efectivamente un carácter mas explícito en cotas generales también es cierto que al tratarse de grabados en madera jamás (por explícitos que sean) llegarán a transmitir su contenido pornográfico de una manera tan impactante como lo logra el realismo asociado a la imagen fotográfica.

Si bien la obra de Araki se puede leer en muchas ocasiones como la documentación de un diario íntimo del que hace partícipe al espectador, las identidades de las múltiples modelos que se ofrecen a posar para sus “obscenas” fotografías son normalmente anónimas. Una excepción a su habitual respeto a la identidad de las mujeres fotografiadas lo encontramos en una de sus exposiciones más aclamadas y vilipendiadas por la crítica: “Un viaje sentimental”, en la que documentó la luna de miel con su mujer Yoko tras su boda después de cuatro años de relación. En estas imágenes podemos ver la etapa precedente a la fiebre lúdico sexual hacia la que se encaminó después su obra. Son imágenes cargadas de intimismo y complicidad, que demuestran un cercano conocimiento del mundo más privado de su compañera de vida combinadas con otras tomas explícitamente sexuales que ya en la exposición que las mostró en 1971 pusieron al artista en el punto de mira de la opinión pública y la censura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al igual que su compañero; el artista americano Mapplethorpe, Nobuyoschi, lejos de desanimarse ante las críticas que lo tachaban de degenerado y perverso luchó con más fuerza por defender su expresión artística. Ambos fotógrafos huyen de la necesidad de elegir entre la plasmación de lo erótico o de lo pornográfico. En sus fotografías funde ambos conceptos en uno tan estrechamente como las cuerdas que atan a sus modelos desnudas. Y es que quizá encontremos más dosis de realidad en la unión entre lo erótico y lo pornográfico que en el continuo divorcio entre ambas que la sociedad trata de imponer. A las reiteradas acusaciones que cayeron sobre su persona acusándolo de misógino, pornógrafo e incluso de monstruo por parte de asociaciones feministas y por ciertos estamentos de la cultura oficial de su Japón natal, Araki Nobuyoshi se defiende con estas palabras: “Para mí, la mujer es fotografía (…) Las mujeres tienen todos los encantos de la vida. Tienen todos los atributos esenciales: belleza, fealdad, obscenidad, pureza… mucho más que la naturaleza (…) Un fotógrafo que no hace fotos de mujeres no es un fotógrafo, o lo es de tercera clase. Las mujeres te enseñan más acerca del mundo que leer La Comedia Humana de Balzac. Sea tu esposa, una mujer de una sola noche o una prostituta, las mujeres te enseñan cómo se mueve el mundo”. Son muchos los artistas de diversos ámbitos que han defendido la creación y la persona de Nobuyoshi, desde muchas de sus modelos, quienes destacan en sus testimonios el respeto, la delicadeza y la honestidad con que el fotógrafo las ha tratado siempre en las sesiones fotográficas hasta personajes conocidos internacionalmente como la cantante Bjork o Lady Gaga, quienes no solo lo han apoyado fielmente si no que han posado para él.

Tras una incesante producción fotográfica  y mucho tiempo después de su serie sobre su la luna de miel con su esposa, ya en el año enfermedad 1991, Araki publica “Viaje de invierno”, colección en la que retrata la enfermedad y muerte de su esposa Yoko. Tras dicha serie Nobuyoshi reconoce que tras el periplo emocional que supuso la muerte de su amada se sintió completamente agotado por el amor y fue ese momento en el que decidió enfocar su carrera hacia el lado más lúdicamente obsceno del triángulo vida-sexo-muerte.

 

 

 

 

 

Nobuyoshi dice  retratar mucho, continuamente. Reconoce hacer una media de setenta u ochenta fotos al día, muchas de las cuales ha inmortalizado en sus más de 350 libros de fotografías editados. Y ha retratado tanto en blanco y negro como en color aunque se muestra un fiel partidario de la fotografía en color por una cuestión ideológica: “Las fotos en blanco y negro representan la muerte. Hacer una foto es asesinar (…) Es por eso que trato de resucitarlos. Quiero añadir el calor del cuerpo, pasión, erotismo. Esto me produce un deseo inconsciente de pintarlas.”

Una similitud más entre Nobuyoshi y Mapplethorpe que me gustaría destacar antes de despedirme de vosotros una semana más es la recurrente captación de imágenes de flores a la que ambos artistas recurren en pos de trasmitir el erotismo intrínseco que se halla en las propias creaciones de la naturaleza. ¿O es pornografía?

Esperando una vez más que esta nueva entrada os guste, os mando un cálido abrazo.

Candela Zarútina