“Busco la perfección en la forma. Lo hago con los retratos, con las pollas, con las flores”, Robert Mapplethorpe
¿Cómo diferenciamos la pornografía del erotismo en lo que a fotografía se refiere?
Porque uno tiene muy claro cuando observa una imagen si le resulta pornográfica o más bien erótica, ¿no? Pero establecer unos criterios de diferenciación entre ambas corrientes que satisfagan colectivamente puede ser una tarea realmente compleja.
Por tirar de algún lado voy a tirar de los hilos del filósofo francés Jean Baudrillard; del que soy digamos que admiradora, que defendía la teoría de que la pornografía entra de lleno en el territorio del “hiperrealismo”, saturando la imaginación del espectador: “la estetización de la experiencia donde la realidad retrocede frente a sus imágenes, que se reproducen al infinito sin dejar espacio para ilusión alguna”.
La imagen impacta por su realidad, y con ella nos quedamos. Podríamos decir por lo tanto que si la pornografía satura la imaginación el erotismo la incita, permitiéndonos recorrer con la mente el antes y después de la fotografía e ir hasta donde queramos. Y todo está bien si esta es la premisa principal a la hora de diferenciar ambos estilos excepto que es una premisa tan rotunda y absolutamente subjetiva que se declara a sí misma imposible de seguir.
El erotismo en la fotografía
Por otra parte, podemos encontrar otra premisa igualmente delicada pero quizás un poco más tangible que la anterior; el erotismo fotográfico encuentra su esencia en la corporeidad humana, aunque no exclusivamente en los órganos sexuales, y la extiende al resto del cuerpo y más allá; resaltando el erotismo inherente a un hombro, una mirada, una textura, un juego de luces y sombras y una lista tan interminable como la imaginación personal del creador lo permita.
La pornografía en la fotografía
La pornografía se centra exclusivamente en el acto o los órganos sexuales, independientemente de que la intención artística del fotógrafo sea provocar la excitación sexual o no. Por supuesto es más fácilmente reconocible la existencia de algún elemento pornográfico en una imagen enfocada a lo erótico (y esto ya parece convertirla en pornográfica) que reconocer el erotismo en una imagen claramente pornográfica puesto que depende exclusivamente de los resortes visuales que nos conducen al placer erótico y estos son completamente individuales.
Yéndonos a las imágenes, que es lo que queremos ver, me encontré con un fotógrafo que juega de forma muy creativa con la superposición de erotismo y pornografía.
Si, desde mi punto de vista el estadounidense Robert Mapplethorpe se mueve como pez bajo el agua en la conjunción entre la incitación a la imaginación que provoca el erotismo y la visión pornográfica directa.
Robert Mapplethorpe
Robert Mapplethorpe (1946-1989) fue un polémico fotógrafo, un formalista clásico que consiguió trastocar y escandalizar a las mentes conservadoras. Huyó de un ambiente familiar estrictamente católico y encontró su pasión en explorar personalmente el sadomasoquismo y el ocultismo. Su producción, completamente influida por su experiencia vital consta principalmente de desnudos, retratos y fotografía de flores. Mappletphorpe buceó en lo erótico del cuerpo sin distinción de géneros y sin ninguna clase de pudor a la hora de mostrar el elemento pornográfico, al que dotaba de tanta potencia en general como comicidad en ocasiones, manteniendo siempre una factura elegante y clásica, extremando a lo largo de los años su cuidado y minuciosidad en el tratamiento de la luz y las texturas, lanzando con sus capturas un continuo desafío a la eterna lucha por la distinción entre lo erótico y lo pornográfico.
No nos vayamos a pensar que la libertad que se tomó Robert Mapplethorpe jugando a dos bandas entre ambas corrientes con resolución le fue totalmente gratuita. Ya tenía fama de escandaloso desde que a finales de 1970 documentara fotográficamente la escena sadomasoquista de Nueva York. Algunas de aquellas imágenes fueron expuestas años más tarde en el Museo Whitney de Arte Americano. Este hecho encendió un debate estatal acerca de si las administraciones públicas debían financiar ciertas temáticas o era mejor mantener una cómoda censura al respecto. También es cierto que todavía en los años más fructíferos de su trabajo Mapplethorpe se encontró una y otra vez con serios problemas para difundir sus obras a causa de su extensa temática homoerótica. Varias son las ocasiones en las que se le declaró la guerra a Mapplethorpe suspendiendo sus exposiciones, llevando a los tribunales a promotores de arte por exhibir sus fotografías acusados de exaltación de la obscenidad, el sadomasoquismo y la pornografía infantil, retirando sus libros de fotos de la venta en respuesta a quejas de clientes etc..
Con las imágenes de este artista de la ambigüedad, maestro en enmarcar lo dionisíaco en lo apolíneo os dejo hasta el fin de semana, en el que seguiremos explorando este divertido tema.
Candela Zarútina, todavía desde la terreta