Como cada año, y ya van nueve, aterriza en Alicante el festival Eat My Soul, que pretende homenajear a la que quizás sea la tradición musical más importante e influyente del s/XX en la música popular: la música afroamericana.
Orígenes
Cuando los africanos llegaron a Norteamérica en el s/XVIII, aterrizaron en un lugar hostil, obligados a ser sirvientes y esclavos de una raza extraña y con un lenguaje incomprensible. Pero no viajaron solos. En su maleta se llevaron al Nuevo Mundo sus costumbres y tradiciones, vertebradas en una tradición oral y musical cuyos pilares eran cuatro latidos y cinco notas.
Allí, hacinados en barracones, cantaban y contaban sus historias vernáculas. Pero algo sucedió en la segunda generación de africanos en Estados Unidos. Ellos ya sabían inglés y usaban la lengua de Shakespeare para cantar sus canciones en clave para que el amo no supiese sus intenciones. Así surgieron los espirituales negros. Con la base de la biblia del rey Jorge, único vínculo con la cultura del amo, los afroamericanos de aquella época establecieron un código para contar sus historias de lucha hacia la libertad. El pueblo egipcio eran los blancos, los judíos eran ellos, y cruzar el río Jordán era conseguir la libertad.
El blues
Cuando el afroamericano se emancipó y consiguió la ansiada libertad, se vio aislado de esa conciencia de tribu y se imbuyó de la cultura occidental. Así, de esa emancipación, y su consiguiente alienación, surgió una especie de nostalgia que germinó en una nueva forma musical: el blues.
Ese blues primigenio, muy vinculado al folk americano en su sonoridad, evolucionó con la proliferación de grandes ciudades industriales, y el blues tomó un cariz más urbano, más oscuro, y sus tropos se fundieron en la cultura norteamericana de por vida.
A partir de ese momento, la historia de la música en Estados Unidos estaría íntimamente imbricada en la historia de la música afroamericana. El jazz, el rock,… son, quizás, las mayores contribuciones culturales de EE.UU. a la cultura mundial en el s/XX.
Eat My Soul
A esta tradición es a la que el festival rinde un homenaje. Una ocasión muy especial para la ciudad de Alicante de disfrutar y apreciar la variedad y amplitud de lo que abarca el término «música negra». Del blues, soul y funk al mento, boogaloo y el rap.
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