«Para mí no hay pasado ni futuro en el arte. Si una obra de arte no puede vivir siempre en el presente, no debe considerarse en absoluto.» Picasso (1923)
Que mejores palabras podríamos encontrar para definir una obra de arte que las palabras de Picasso, el pintor y escultor español, quien junto con George Braque encabezó el cubismo, considerado como uno de los movimientos artísticos más influyentes del siglo XX. Numerosas exposiciones permanentes y temporales en todo el mundo, así como las tendencias contemporáneas que han sido influidas por el movimiento, atestiguan que el cubismo está todavía muy vivo. A pesar de que el propio Picasso no está representado en la exposición temporal actual Colección Cubista de Telefónica en MACA, su espíritu es una parte muy importante de ella.
Una de las maneras en las que el cubismo nos afecta todavía es a través de su influencia en la fotografía, al hacer la fotografía más que una simple proyección de un mundo visto desde una perspectiva. Para ver cómo eso ha sucedido, primero tenemos que mirar hacia atrás en los orígenes del cubismo y sus objetivos.
La pintura Les Demoiselles d’Avignon (1907) de Picasso es considerada un precursor del cubismo. Según el historiador Arthur I. Miller (la revista New Scientist, edición 2623, 2007) Picasso ha sido influido por la geometría de cuatro dimensiones, y por lo tanto muestra en el cuadro las cinco figuras desde diferentes perspectivas. El pintor se enteró de estos conceptos a través de la obra de Esprit Jouffret sobre poliedros complejos en cuatro dimensiones y la sugerencia de Henri Pincaré de proyectar una sucesión de puntos de vista para mostrar objetos en tres dimensiones – lo que hace más accesible a la percepción humana.
Sin embargo, esta afirmación entra en conflicto con la declaración de Picasso en una entrevista en 1923: «Las matemáticas, la trigonometría, la química, el psicoanálisis, la música y otras más cosas, se han relacionado con el cubismo para darle una interpretación más fácil. Todo esto ha sido pura literatura, por no decir absurdo, y sólo ha tenido éxito en cegar a la gente con teorías.»
Miller afirmó que Princet, un miembro del grupo de intelectuales al cual Picasso también perteneció, mostró al pintor el libro de Jouffret. Sin embargo, es justo decir que independientemente de que el cubismo fuera afectado o no por la matemática de la época, utilizaba principios parecidos en la representación de diferentes perspectivas de un objeto en una superficie bidimensional.
El cubismo fue el resultado de una estrecha colaboración entre Picasso y Braque: durante unos años los dos pintores eran inseparables, lo que se puede apreciar en las similitudes de las obras de arte que producían. Numerosas fuentes de influencia se detectan en las primeras pinturas tentativas, aunque la obra de Cézanne (representa la realidad reducida a sus formas esenciales y a los volúmenes sobre una superficie plana) y la simplicidad de la escultura africana que les atrajo hacia una representación totalmente novedosa son quizás lo más relevante. Sus temas, a menudo tan mundano como una guitarra, eran representaciones ya no de una guitarra desde un punto de vista, sino de una combinación de puntos de vista, lo que añadió modelos dinámicos a la lona y una sensación de volumen tridimensional. (Herbert Read: A Concise History of Modern Sculpture)
El historiador del arte E.H. Gombrich (en Art and Illustration) está de acuerdo en que el cubismo era a veces visto como una «tentativa extrema para compensar los defectos de la visión en una sola perspectiva». Luego explica cómo el contorno de los objetos en las pinturas cubistas es mostrado de manera que «corresponde a nuestra experiencia real en la vida, donde siempre somos conscientes de la existencia continua de los objetos ocultos.» De hecho, esta es la característica distintiva del cubismo: los artistas deconstruyen los objetos para producir una sensación de perspectivas normalmente percibidas a través del tacto o movimiento.
El cubismo se divide tradicionalmente en dos períodos: el cubismo analítico (1909-1912) y el cubismo sintético (1912-1919). En el segundo período empezaron a incorporar material gráfico como papeles pintados o páginas de diario, una técnica que se conoce como collage.
En MACA se puede ver unas de las obras de Juan Gris, quién se convirtió en uno de los principales representantes del cubismo sintético. También fue un artista español, que se unió a la escena artística de París en 1906. Aunque, él no se dedicó por entero a la pintura hasta 1911, ganó prominencia muy rápidamente, exhibiendo sus pinturas el año siguiente. Su obra se puede distinguir de la de Picasso y Braque por el uso de colores brillantes y un estilo más racional.
Para ver como influyó el cubismo en la fotografía vamos a echar un vistazo al trabajo de David Hockney, Osang Gwon y Szymon Roginski.
David Hockney es un célebre pintor británico, que llegó a la fama en la década de 1960 como un importante contribuyente al movimiento del arte pop, y más tarde pasó a desarrollar su propio estilo, produciendo retratos idiosincrásicos, así como paisajes impresionantes en colores brillantes y dinámicos, lo que sugiere una interacción convergente entre el paisaje percibido y el observador.
Su interés por la fotografía, que se muestra en la serie «Joiners», se produjo por casualidad cuando tomó una serie de fotos polaroid de un salón, fotos que luego utilizó para hacer un fotomontaje sólo para darse cuenta de que había creado una nueva forma de narrativa. Los fotomontajes tienen una afinidad con el Cubismo, ya que se componen de imágenes tomadas desde diferentes perspectivas en momentos ligeramente diferentes. Hockney aludía a la forma en que el ojo humano construye imágenes uniendo varios segmentos juntos para crear una sensación de tres dimensiones.
El artista coreano contemporáneo, Osang Gwon, dio un paso más allá mediante la creación de estatuas de cientos de fotografías unidas.
Szymon Roginski, el fotógrafo polaco, tomó una serie de fotos para la diseñadora de moda Ania Kuczynska, que luego transformó en formas geométricas y las reunió en un paisaje que imita el original con un toque cubista y tomó otra foto de esto para producir la imagen final.
De este modo, la fotografía inspirada por el cubismo trasciende en su propósito tradicional: ya no es solamente una herramienta para la grabación de un espacio tridimensional sobre una superficie de dos dimensiones – a partir de uno o múltiples puntos de vista – más bien es una herramienta para proporcionar los elementos que permitan construir objetos de tres dimensiones.
Como dijo Picasso a Marius de Zayas, «… desde el punto de vista del arte no hay formas concretas o abstractas, sino sólo formas que son más o menos mentiras convincentes. Es sin duda cierto que esas mentiras son necesarias para nuestro ser mental, ya que es a través de ellas que formamos nuestra visión estética de la vida.”
No se trata de si la cámara miente o no, se trata de lo que nosotros como fotógrafos pretendemos que comunique – elegimos nosotros mismos cómo proyectar nuestra visión multidimensional del mundo en imágenes que reflejan dónde estamos, cómo llegamos aquí y hacia dónde vamos. Aunque sea una imagen fija, no significa que no se mueve con respecto a la perspectiva del espectador – y de hecho, debe moverse si queremos que se quede en el presente.